miércoles, 22 de agosto de 2012

Tétrico


La lluvia cae lentamente y la impaciencia recorre los pasillos. Lentos gotones esperan a ser atraídos al piso y estallar contra él. Tan paulatinas son las lágrimas del cielo que en dentro de su cabeza la tormenta esta por rebalsarse.
Criminal. Criminal. Criminal mambo. Y el torrente de agua es un mar de escalofríos dentro de su sistema nervioso. Cada neurona se contrae. Rompe la naturaleza y enferma al individuo. ¿Por qué caía tan lenta esa maldita gota? ¿A caso negaba la existencia de la gravedad en su mundo? Tal vez en lugar de oxígeno, las gotitas, contenían helio que le impedía aferrarse a la tierra…
Mientras mas se desataba el huracán de sus pensamientos, más lentas eran las explosiones de la lluvia. Intentó desprenderse. Deshuracanarse. Votó por respirar la tierra húmeda que mañana tantearían sus pies y desnudarse frente a sus sábanas. Largo había sido su día. No quería despertar sus pensamientos y volver a ahogarse en su cabeza. Solo poder volar en el inconsciente ajeno. Todas las noches la misma pelea interna y con esa lluvia esquizofrénica, la lucha aumentaba.
Vueltas. Vueltas. Giros y vueltas. Y baja su temperatura corporal. A 20º grados bajo cero, los dientes le rechinaban y en sus ojos una sombra penetró.
Sabía de memoria lo que pasaría. La humedad penetraría en sus huesos y con ella, la oscuridad que nunca nació del exterior. La metamorfosis era imposible. Nauseas incontenible. El vomito a flor de piel y el menjunje carnal desparramado sobre las colchas. El huracán por fin sale al exterior y ahoga a aquellas raquíticas gotas.
Vuelve en si, reconociendo la brisa infernal que vendría. Pura satisfacción culpable. Emocionarse con el cambio nada tenia que ver con desmembrarse solemnemente.
De pronto su frente hierve y la ira contenida dentro de sus ojos, explota. Empieza la guerra de dos mundos, uno solo quiere vivir, el otro quiere destruir. Destruir aunque implique autodestruirse. Mundos en una sola persona. Dos pesadillas en un mismo sueño. Penetrante. Insultante. Intimidante. Agobiante. 

sábado, 18 de agosto de 2012

Mi gallina


Tengo una gallina que sirve para hacer canciones, para hacer aviones. Se pavonea. Dentro y fuera de la casa, por el borde de la calle y por la zanja. Suelta un huevo y sigue su paso. Salpica plumas al alcanzar la granada.
                Al trepar el limonero se tuerce una pata y cae desdoblada. Exagera sus gritos y el envolverse entre las flores ¿a quién llama? Se esconde para que la encuentren, se dobla para calar. Encalla cerca del mar y la sal se mezcla con la sangre caliente. Y las plumas.
                No cicatriza, es horrible el olor a miedo al amanecer. Tantos verbos para usar sin nada que los pueda secar. Acciones perseguidas en una ola de claras gestálticas a la hora de la merienda. Dependiendo de alguien que no es sino mas que una mirada de costado. Sin ganas de soñar. La gallina distraída, emborrachada de maternidad muere al fin presa de sus chillidos inaudibles.

2/05/2012

viernes, 17 de agosto de 2012

Sordo por la noche


Se levanta antes que el sol, desayuna el café quemado. Intenta despertarse en el colectivo al laburo, camina las cuadras que se pasa. Siempre con la excusa recitada ayer.
Empiezan a pasar las ochos horas de trabajo delante de sus ojeras, mientras tanto dibuja círculos y círculos sobre los contratos. Cuando ya le duele el brazo de haber apoyado la cabeza, se levanta por un café negro.
El mediodía pasa desapercibido excepto cuando, los domingos, le toca hacer el asado.
“Se rompió la cafetera” una vez a la semana le gritan de la otra punta, “¿qué me importa?” Piensa.
Sale del claustro y arrastra a su ánimo hasta la parada de colectivo, donde el olor a café lo ahoga, una siesta en el bondi y vuelta a caminar. Llega al hogar y sintoniza la radio ya sintonizada. Poco a poco se va apagando. Nunca le compra pilas.
Luego de la cena empieza a apagar su audífono, ese interno que todos tenemos, no sin antes escuchar el capítulo que sigue. Hoy toca el dos, intenta golpear las paredes pero nada resulta. La pareja de al lado cantaba: “Hijo de puta, siempre con lo mismo, yo matándome con estos pibes de mierda y vos ni traes algo para morfar ““¿Qué querés que compre? si no te gusta nada a vos…”
Por suerte él tiene que descansar para volver al laburo al otro día y saber que no oiría cuando todo terminase.
18/04/2012

viernes, 10 de agosto de 2012

Hacer pogo


      A veces, cuando uno se siente solo y enojado, empieza a dar vueltas en un montón de renglones. Otras veces, uno puede cambiar la realidad. Decidir que todo vaya por buen camino. Elegir que las cosas sean mejor y todo se arregle. Pero no tengo ganas, no me gusta que las cosas sean correctas y tiernas. Quiero dejar de ser esa niña que es correcta y prolija. ¡Quiero saltar! Hacer pogo! ¡Quiero gritarle al mundo que no me importa nada de lo que me pasa! Quiero despeinarme y revolear las zapatillas a la vía Láctea. Quiero perder mucho más que todo y deshacerme de las porquerías que cuelgo. Quiero parar de pensar, comenzar a sentir. Empezar a vivir y a ensordecer al mundo con mi canto. Quiero soñar que nuestro mundo jamás empezó y que ni siquiera pude conocerte en aquel bar de paso. A pesar de mis deseos y de mis sueños, vuelvo a caer en la triste realidad de que la ignorancia puede llevarme a la demencia. La ignorancia. Que tema tan ignorado. ¿Será que nadie nos enseñó a ignorar como corresponde? ¿En realidad sé qué es la ignorancia? Puedo imaginarme el significado de tan inmensa palabra: la ignorancia es un sentimiento que sobrevive de otro. Es un animal mutilado, un viejo caballo de guerra. Nace de una pequeña parte de misericordia y dolor. Poco a poco va creciendo. Va carcomiendo a otros sentimientos indefensos y fortaleciéndose en espíritu. Nadie sabe porque, tampoco puede negar que existe. Una flor de ignorancia crece y crece, sin darnos cuenta, dentro de cada uno. Lista para florecer en primavera. Cuando nadie menos lo espere, cuando alguien respire el aroma profundo de los jazmines húmedos de rocío. Ahí la ignorancia decide procrear y expandirse. Asesinar. En últimas instancias, la ignorancia ama el homicidio. Sin causa y sin problemas una victima desabrigada por la moral, solo ella podrá ver claramente los ojos de nuestra asesina. La victima es mortal en todos los casos, nunca deja huellas. La ignorancia puede matar, pero si te mira a los ojos, ya no tenés salida. 


1/07/2010